Siempre te pedía que la cantaras para mi, en tu voz algo había que me hacia sonreír desde adentro, que me tocaba el alma. Tal ves era que siempre me mirabas a los ojos al hablar, que solías tomarme del brazo en las calles, a pesar de que entre nosotros parecía no existir un futuro, solo momentos, sueltos y placidos, que hacían olvidar el vacío que dejaban tus largas ausencias. te amaba en mis adentros, amaba la promesa de al fin, llegar a un puerto seguro y servir la comida del día juntos, riendo y abrazados comer.
Sabia, sin embargo. Que ese futuro no existía, ni existió... pero siempre disfrute imaginándomelo.
Sueño mucho, ahora, lejos, más lejos que de costumbre y siempre sonrío recordandote cantar para mi. Rizos al viento y olor a vainilla, rostro blanco y chaposo, manos callosas de cocinera. Enterrando tu cabeza en mi pecho, respirando pesadamente en el frío de la calle.
Marta Gómez "Receta"
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